El nadador afortunado
Un artículo sobre la aventura de nadar en entornos naturales por Sergio Salomone.
Estimados amigos de Nadando Libre, desde el otro lado del mundo, desde Argentina a España, un poco monótono al recordar que aun me queda un buen rato de trabajo antes de poder ir a nadar en aguas abiertas y comenzar a entrenar, empiezo a redactar el relato… el relato que me hace recordar con emoción desde mi despacho el día que nadé con el animal más inteligente del planeta agua… con el animal que incluso los grandes tiburones blancos temen.. el más imponente de todos los depredadores acuáticos… La Orca, también llamada o conocida erróneamente como la “Ballena asesina”.
Desde que comencé a nadar en aguas abiertas por gran parte del planeta hace ya más de una década, aprovecho cada momento para disfrutar de una casa que poseo en Villa Gesell, en la costa del Mar Argentino para entrenar en plena libertad, entrenar el mar, sin carriles ni fronteras tan solo el vasto y precioso océano…
Desde Diciembre a Marzo entreno directamente en el mar, realizando una proyección de entrenamientos en base a “sensación de nado * cantidad de brazadas” o lo que es lo mismo velocidad * distancia. Esto se traduce de la siguiente forma.. si en piscina hago un trabajo de 10 * 100 a 1`20“, en el mar se convierte como 10 series de 80 brazadas a sensación de velocidad de 1`20“, sensación que ya tengo incorporada por los años de práctica de natación en el cuerpo.
Bien, como os comente, algo paso en uno de mis entrenamientos cuando fui a entrenar internándome unos 300 o 400 mts de la orilla. Un lugar ideal para mí pues de esta forma evito las rompientes pudiendo nadar paralelo a la costa.. donde por regla general, nunca me incomoda la deriva.
Aun recuerdo el día 13 de Febrero de 2013, pues para mi será un día inolvidable, verdaderamente inolvidable por naturaleza.
Esa mañana, tras charlar con los socorristas que vigilan las costas próximas al lugar donde entreno, ate mí bolla de señalización a mi cintura y me lance al agua para comenzar con mi entrenamiento.. una vez llegue al punto ideal donde me gusta entrenar, empecé a calentar nadando suavemente mientras disfrutaba de un mar en calma y sus aguas transparentes… En cada respiración frontal, podía ver el muelle de los pescadores el cual se encuentra a unos 300 metros de mi lugar de entrenamiento y en el cual volteo tras cada serie, mientras me mantengo concentrado en la frecuencia de mi brazada y mis sensaciones de nado.
Sumergido en este fabuloso entorno, brazada a brazada por un momento sentí que algo movió de manera inusual mi bolla de señalización roja, la cual llevo siempre atada a mi cuerpo para que los socorristas y las embarcaciones puedan verme mientras entreno, y aprovechando la brazada de la respiración me impulse con algo más de fuerza para así obtener una visión de la bolla y ver que estaba pasando.
A primera vista y de manera algo enigmática me pareció ver la punta de una aleta, alta e imponente tras de mi… a lo que inmediatamente roté la posición de nado y realicé un par de brazadas de espalda para ver si realmente era real la visión .. para ver si “algo” tan grande me seguía.
Tras las brazadas en posición de espalda me di cuenta que tal vez mi imaginación había salido disparada, pues nada, nada me seguía… y tras unos segundos de debate con mi mente continué con mi rutina de crawl pensando que algún fantasma raro me había pasado por la cabeza.. pero justo en ese momento algo golpeó de nuevo mi bolla a unos 200 mts del muelle, en ese momento tras mi brazada tome aire por la izquierda rotando la cabeza… y ahora sí, sin ninguna duda pude ver completamente atónito a poco más de medio metro de mi como una gigantesca cabeza con una gran masa negra y blanca con un ojo gigante y vidrioso me miraba mientras de manera increíble toda esa masa de gigante se volvía a sumergir con un movimiento poderoso y al mismo tiempo delicado.
En ese momento, no pude terminar de hacer la siguiente brazada , no podía tomar aire, quedé petrificado notando como todo mi cuerpo quedó sobrecogido..
En ese momento un pensamiento profundo surcó mi mente y de mi alma: ”Dios mío, no me digas que éste es mi momento, justo aquí en el medio de la nada, justo ahora que todo está bien en mi vida…”
Pero el miedo como no puede ser de otra forma volvió a activar todo mi cuerpo y comencé a nadar frenéticamente hacia la playa…
Mientras ya había nadado 100 mts como nunca tan rápido en mi vida, mi mente pensaba…. Estoy a 300 mts de la costa, voy a tardar como 4 minutos en llegar a tierra, y este gran animal con una pequeña aleteada me alcanzara y me dará caza en el momento que lo desee…
Mire hacia atrás, y no le vi…
Volví a pensar – Saldré a la costa, regresaré caminando a mi playa, no completaré mi entrenamiento y encima nadie creerá lo que me sucedió;
Por un momento pare.. así que…. mire hacia atrás y no veía nada y pensé este gran animal podía hacerme daño en cualquier momento.. y delibere ¿Cuánto tiempo había entrenado ese día sin saber de su presencia? De una forma u otra algo me llevo a pensar que estaba regalado al mar y a su voluntad y por sorprendente que parezca metí la cabeza en el agua de nuevo bajé el ritmo de nado y encaré nuevamente mi nado hacia mi zona de entrenamiento para seguir nadando.
Mientras nadaba, no conseguía relajarme pues por mi mente pasaba que en algún momento se podía dar la posibilidad de que aquella Orca, animal que distinga tras haber racionalizado por las características de lo que había visto… aquella Orca tal vez pudiese volver a aparecer.
Un animal gigante de 4 o 5 metros de largo, negro y blanco, el más inteligente de los mamíferos, con tal vez más de un metro de altura de aleta… Pero no, no apareció y reinicié el camino paralelo a la costa intentando volver a relajarme y continuar con mi entrenamiento… Y tras cien metros….. pude ver como emergía de la profundidad otra vez con un poderoso chorro de agua que surgía por su lomo, con un movimiento de delfín, pegada a mi brazo, y esta vez pude ver con toda claridad su increíble dentadura llena de dientes cónicos la cual me paralizo el corazón. Pero la decisión ya estaba tomada yo seguía regalado en el medio del mar a su merced, así que con brazadas muy cortas y poco relajadas continué nadando mi recorrido mientras ya había perdido mi plan de entrenamiento de la cabeza y solo intentaba llegar instintivamente a ningún destino..
Lo que sigue amigos nadadores, es el mayor premio que me la vida deportiva me ha regalado en natación de aguas abiertas….. La orca se sumergió con delicadeza a tan solo unos metros bajo de mi, yo casi podía sentir que mi brazada llegaría en algún momento a poder acariciarla el lomo… nadaba mientras el gran animal se movía en plena sintonía controlando cada movimiento consiguiendo cambiar de posición con facilidad y ponerse a mi lado con tan solo un movimiento casi imperceptible… Me miraba, mientras nadaba y así estuvo durante lo que yo creo que fueron unos 20 minutos.
Este relato puede parecer un relato como una escena de la película FLIPPER, donde los nadadores nadan disfrutando de la presencia del delfín, pero he de confesar que en ese momento no estaba siendo para mi así, pues en mi interior, nadé mal, duro, en tensión, con las pulsaciones a 200 durante todo el tiempo hasta que la orca se retiró con un solo movimiento de aleta que la alejó muy rápidamente… y con el cual yo pude sentir su turbulencia.
Nadé muy mal e incómodo, pero siempre nadé, nadé consciente hasta el final.
Y mientras nadaba de vuelta a la orilla iba pensando que cuando contara esta historia, nadie me creería … Eleve mi cabeza para encarar la playa y al acercarme a los parasoles pude ver mucha gente agrupada aplaudiendo, mientras Diego uno de mis amigos socorristas avanza corriendo para acogerme con sus brazos en un fuerte abrazo… diciendo
– ¡Lo vi todo, Sergito, vi toda la secuencia y no lo puedo creer!
Tras mi llegada a la orilla entendí que había una historia más… una historia que vivía en sintonía con lo que yo había vivido personalmente ese día en el agua, el otro lado de la historia estaba en lo que la gente desde la orilla había vivido al ver la gran odisea marina entre la orca y yo, el nadador…
Y así fue.. su visión.. –“Los socorristas desde la orilla venían siguiendo una gran aleta con sus binoculares y uno de ellos dijo -¡che, ahí delante de la orca no hay una bolla de visualización, ese es Sergio, que se metió a entrenar, llama urgente a Prefectura Naval para dar aviso!!!!-
Mientras al otro lado del radio se escuchaba una sorprendente respuesta: -¡Si la Orca no atacó al nadador será mejor que seamos muy prudentes con la lancha de rescate porque puede asustar al animal, así pues dejen que siga nadando, y veamos si el nadador puede llegar sano y salvo a la orilla….”
Y así fue amigos de Nadando Libre, así fue amigos nadadores, algo que no voy a olvidar en mi vida, algo que recuerdo segundo a segundo, algo que sigo sintiendo en el cuerpo, algo inolvidable que hace ya dos temporadas, una historia real que viaja de boca en boca como una fábula increíble en Villa Gesell lugar donde entreno en aguas abiertas..
Algunas personas cuando me ven dicen -“mira, aquel tipo es el que nadó con la orca..
El es el nadador afortunado…
Sergio Solomone
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Etiqueta:nadadores, Sergio Solomone